El primero acomodó el hábito negro y se sentó. Sin perder la calma que mostró desde que comenzó el juicio, levantó las palmas, encogió los hombros y sus labios quedaron curvos en la mueca típica de la interrogación cuando el juez le preguntó si tenían en claro los crímenes de lesa humanidad que se le imputan. Luego, mientras se los leyeron, jugó con sus pulgares. El segundo, de chomba verde y zapatillas, se ubicó y cruzó los pies debajo del banquillo. "La verdad que no tengo claro (los hechos que se le adjudican). No sé para qué estoy aquí", adujo con la voz entrecortada por los nervios.
El sacerdote José Mijalchyk (70) y el escribano Juan Carlos Benedicto (54), cada uno a su turno, tuvieron ayer la posibilidad de declarar ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán (TOF). Ambos son juzgados en la megacausa "Arsenales II-Jefatura II" y sus participaciones están dentro de las particularidades del juicio: es la primera vez que un religioso y que civiles se sientan -en Tucumán- en el banco de los acusados por crímenes ocurridos durante la década del 70. Mijalchyk y Benedicto -en ese orden- se abstuvieron y, por lo tanto, se leyeron las versiones que dieron durante la etapa de instrucción. Al cierre de esta edición ya habían pasado frente al estrado otros 10 imputados.
Apodos y negaciones
El cura y el civil están sentados uno a la par del otro en la sala, en el grupo de 33 imputados que están en la provincia (ocho están en el penal de Ezeiza, Buenos Aires). Comparten caramelos, galletas y palmadas en la espalda. Ayer les tocó cumplir con la etapa del proceso con minutos de diferencia.
"Voy a declarar en otro momento, cuando me lo indique el abogado", rechazó Mijalchyk. En cambio, sí brindó datos personales. Comentó que le dicen "Pepe", que es párroco en El Colmenar y que siempre fue "de pobre para abajo". En su declaración preliminar, había negado conocer el Arsenal "Miguel de Azcuénaga". Este último es un dato clave porque la investigación judicial lo sindica como una suerte de capellán de hecho de ese Centro Clandestino de Detención (CCD) y exterminio. Según testigos, colaboraba con las fuerzas represivas confesando a los detenidos. En concreto, le imputan ser presunto partícipe secundario de los delitos de privación ilegítima de la libertad con apremios y vejaciones y de torturas contra cuatro víctimas.
"Voy a declarar cuando corresponda. En cuanto a la acusación, niego todo. Soy ajeno al hecho", se desahogó Benedicto. "¡Pero está declarando!, pare ahí nomás", lo frenó el presidente del TOF Carlos Jiménez Montilla. Benedicto sí aportó algunos detalles personales: que es procurador además de escribano, que de joven le decían "Fatiga" y habló con orgullo de sus hijos. En la indagatoria, había cuestionado su detención, al considerarla "extrema" porque argumentó que al ser escribano no podía abandonar la provincia sin nombrar un reemplazo. Tiempo después, estando privado de su libertad, Benedicto se fugó de una institución de salud y estuvo seis meses prófugo, hasta que fue detenido en Paraguay. De acuerdo con el expediente, testigos afirman que de joven integró una "patota". Sería presunto autor material del delito de tormentos agravados en perjuicio de tres víctimas, del de homicidio agravado de una y del de asociación ilícita.
Durante la séptima audiencia de la causa, hubo momentos de tensión. La querellante Julia Vitar denunció que el imputado Miguel Chuchuy Linares (policía retirado) amenazó durante un receso al familiar de una víctima. Relató que ella y al menos seis personas más vieron al ex policía realizar señas a Mercedes Campos, hermana de Licia, querellante que la letrada representa por la desaparición de su padre Enrique Campos (secuestrado en 1977).
"Le señalaba la foto de Enrique que ella tenía colgada y luego apuntaba al cielo. O la estaba amenazando o le estaba diciendo qué pasó con su padre. Este tipo de conductas no pueden ocurrir en la sala", repudió Vitar. El Tribunal Oral Federal pidió que las filmaciones de la sala sean analizadas y puestas a disposición de la fiscalía.
234 Crímenes por resolver
(Los nombres de las víctimas -y casos- aparecerán a diario por grupos, en el orden en el que figuran en los expedientes judiciales)
Ismael Adriss (desaparecido)
Militaba en la JP y fue detenido el 16 de noviembre del 77. Fue alojado en la Jefatura. Luego, lo trasladaron a un lugar incierto miembros del Destacamento 142. Está desaparecido.
Daniel Díaz (secuestrado)
Fue secuestrado en su trabajo el 27 de mayo del 76. Estuvo en la Jefatura de Policía, donde fue golpeado y liberado a los 10 días. Luego, fue detenido y torturado nuevamente.
Susana Macor de Díaz (desaparecida)
Era esposa de Daniel Díaz. Fue secuestrada en su casa el 27 de mayo del 76. Fue llevada a la Jefatura, donde fue golpeada. Prestó declaración bajo tortura y habría sido ejecutada.
Juan y José Díaz (desaparecidos)
Se trata de los hermanos de Daniel Díaz. Fueron secuestrados de la casa de Daniel junto a Susana Macor. Fueron llevados a la Jefatura. Se cree que fueron ejecutados.
Manuela Díaz (desaparecida)
Trabajaba en Jujuy como maestra. Fue secuestrada en febrero de 1977 en su casa de El Manantial. Fue trasladada al CCD de la Jefatura. Permanece desaparecida.